Una sombra en el camino
Nancy Brier tiene cáncer de mama y a través de “A lump in the road” (sería la traducción para un tumor en el camino) cuenta su experiencia en donde debe explicarle a su hija qué le está pasando. Acompañanos en esta historia.
“Le tenemos que decir a Lauren”, dijo mi marido Gary. Esperemos un día más, por favor. Él me abrazó y dijo que lo haríamos la siguiente noche.
Y es que, cómo podría decirle a mi hija sobre mi cáncer cuando ni siquiera yo me podía hacer la idea? Nunca había pensando que iba a tener que pasar por una situación así.
Habíamos pasado 6 mese con mi familia en Costa Rica, surfeando, recorriendo la jungla, mirando animales exóticos, andando en bicicleta. Dónde entraba el cáncer en este escenario?
Todavía no sabía nada sobre el cáncer. No tenía idea que dentro de mi cuerpo las células ya estaban generando un tumor en mi teta derecha. No se me pasaba por la cabeza que, 6 meses luego de esas vacaciones ideales, Gary iba a detectar ese tumor, duro y bien definido, justo abajo de la marca de la bikini. Y sobre todo, no sabía que estaba por empezar la más grande batalla por mi vida.
El diagnóstico fue desolador: cáncer, triple negativo y ya avanzado. Sin embargo, mi esposo se encargó de llevarme y que consulte con cuanto profesional existía.
Andá a tu casa, armá un bolso para una semana y volvé. La quimio la empezamos el jueves. De pronto nacieron ilusiones en mí, con alguna reminiscencia a nuestras vacaciones paradisíacas.
A la vez la palabra cáncer se repetía con fuerza como un tambor en mi cabeza. En general, los tratamientos recomiendan que vayas a tu casa, no que vuelvas la semana próxima.
Empezamos a caminar hasta el auto. El viaje hasta casa duro años. “¿Cómo iban dos personas que trabajan desde su casa a adaptarse a esta agenda? 16 semanas de quimio? Cirugía? Rayos? Quién iba a cuidar de Lauren?”
La noche siguiente, nos sentamos los 3 en el sillón y tuvimos la charla más difícil que voy a recordar. Podría reproducir los diálogos palabra por palabra pero a la vez todo se ve como una niebla.
Mamá, te vas a morir? Me preguntó, con su cara aterrorizada. Mientras la miraba directo a los ojos buscaba las palabras que ella pudiera entender, tratando de no generarle mucho miedo.
Es verdad que algunas personas mueren por cáncer de mama, le dije. Pero encontramos muy buenos doctores que quieren ayudarnos. Y creemos que vamos a poder recuperarnos. Otra cosa que quisimos que le quede claro es que ese cáncer no era contagioso y que no importara lo que pase, ella siempre iba a estar cuidada y segura.
En completa oscuridad (agradecí a las cortinas que habíamos puesto) la acostamos y cantamos su canción de cuna, así como hacía mi mamá cuando estaba muy cansada.