La danza de las algasDe la serie "Odas al agua".Siendo correntina, y oriunda de la ciudad de Mercedes, ciudad de entrada a los esteros del Iberá, el agua es un elemento recurrente en mi obra. Mi hábitat natural son los esteros, donde crecí, el agua dulce, las praderas acuáticas, la densa vegetación acuática, subacuática, los embalsados (islas flotantes), el reino del agua. En verdad, el gran humedal del Iberá constituye una afloración del acuífero guaraní, una gran masa de agua subterránea que yace bajo un territorio que comprende parte de Argentina, de Brasil, y de Paraguay, y es una de las mayores reservas de agua dulce del planeta, un tesoro vital. Una reserva de vida.Esta pintura traduce una vivencia muy personal: desde chica, en los esteros me gustaba quedarme horas enteras inmóvil sobre la balsa, para que la superficie del agua no se alterara, para que permaneciera lisa y así poder contemplar lo que había/sucedía allá abajo, allá adentro, en el vientre del agua. Atisbar el fondo, entre los camalotes de la pradera acuática, y ver la vegetación y los bichitos sumergidos como en un útero protector, moviéndose a su propio ritmo. Hasta el día de hoy, cada vez que necesito serenarme, hago el ejercicio de volver con mi corazón al lugar donde me sentí y me siento segura, al fondo del estero, cierro los ojos y me sumerjo en ese mundo acuático, meciéndome con las algas, me dejo arrullar…es mi refugio en todo sentido, mi propia reserva emocional. La técnica del óleo y sus veladuras me permite dar esa sensación de humedad, de inmersión en un medio acuoso, espeso, estancado, el Iberá. El reino acuático y el reino vegetal. Lo difícil es volver a la superficie, emerger nuevamente hacia el mundo de arriba, y por eso, cuando lo hago, las plantas me sirven de protección. Esa cabeza que se asoma recibió otro tratamiento, mayor carga matérica, textura, y contrastes de valor color, que remiten a la vida arriba, al aire, donde todo se me hace un poco más rotundo. Abajo es distinto…