Esta pintura al óleo representa a una mujer desnuda y alada, sentada en posición recogida sobre los pétalos de una flor. Su postura transmite introspección, fragilidad y al mismo tiempo fortaleza interior. Las alas, símbolo de esperanza y resiliencia, se despliegan suavemente a su espalda, evocando la capacidad de sobreponerse al dolor y renacer.El cuerpo femenino, mostrado de manera natural y digna, conecta con la vulnerabilidad que atraviesan muchas mujeres frente al cáncer de mama, pero también con la belleza de la vida y el poder de la feminidad. La flor que la sostiene funciona como un símbolo de protección, amor y delicadeza, recordando que en medio de la lucha siempre hay contención y cuidado.En conjunto, la obra se convierte en una metáfora de la mujer como ángel terrenal: alguien que, aún en momentos de fragilidad, encuentra la fuerza para levantarse, resistir y florecer nuevamente.